Thursday, March 13, 2008

El bosque

Se sentía extraña. Estaba dando un paseo de aquellos en los cuales tanto pensaba como soñaba. el caso es que, cuando salió de su ensoñación, se había alejado demasiado de la mansión que se veía empequeñecida en la colina y se encontraba en los lindes de un frondoso bosque que alejaba la antigua y elegante casa del pueblo, que estaba a muchas millas de ahí lo que hacía que el antiguo edificio estuviera solitario en la cima de de aquella elevación de terreno.

Aunque de pequeña había oído muchas historias misteriosas y oscuras, aquellos árboles la tentaban demasiado, se sentía aventurera y quería resolver los misterios que rodeaban de toda la vida aquel lugar.

Sin pensarselo dos veces, se adentró en la espesura. Cuanto más se adentraba, más oscuro se volvía todo. Ella, que había estado leyendo mientras paseaba, estrechaba el libro entre sus brazos, apretujándolo cada vez más contra su pecho por el miedo que se estaba adentrando en ella.

Tanto terror sentía, que se paró y trató de volver, pero no sabía por donde....no...¡o no! ¡se había perdido!

Intentó buscar un senda, pero solo veía plantas y plantas que lo único que lograban era desorientarla cada vez más. Tan aterrada se sentía, que cayó de rodillas y rompió a llorar.

De pronto, de entre la espesura brilló una luz. La chica en un principio pensó que no era real, pero cuando se limpió la lágrimas no vio sólo una luz sino un unicornio. El magnífico caballo que iluminaba el camino con su cuerno, se acercó lentamente a la chica y, cuando ya estaba lo suficientemente cerca, se agachó para que la damita montara en él. Ella le entendió en seguida y se subió a los lomos del blanco animal.

El unicornio iluminaba todos los lugares oscuros mostrando todo tipo de criaturas, desde duentes hasta hadas, que se apartaban asustados por la potente luz que despedía el cuerno del unicornio.

Cuando ya se veía a pocos metros la luz del día entre los árboles, el unicornio paró y se agachó para que la chica pudiera desmontar. Cuando la niña bajó del lomo, acarició al noble animal con cariño y este lloró. Al caer las lágrimas sobre la niña, ella no entendió.

Al pasar los años, cuando ella tenía 100 años y se mantenía joven, entendió el don que el unicornio le había proporcionado, la inmortalidad y su eterna amistad, ya que el unicornio era un caballero inmortal que de ella se había enamorado y ella le correspondió eternamente.



soñadora

1 comment:

Anonymous said...

hmm... amazing text ))