Saturday, March 29, 2008

Debo contar las palabras más tristes esta noche

Me enamoré de tí, de tus ojos, de tu pelo, de tu sonrisa...¿y todo para qué?



Cuanto más felices éramos todo cambió.


Tú enfermaste de esa terrible enfermedad llamada cáncer. En un rpincipio mantuve la esperanza de tu recuperación pero, por más que se te practicara la quimioterapia, tú no mejorabas.


Primero tu precioso pelo se cayó. Más tarde tus sonrojadas mejillas empadilecieron dando a tu rostro una sombra cadabérica...


Cuando ya no te mantenías en pie y te tuvieron que ingresar, me dijiste que me fuera, que no sufriera. Pero te quiero y no quiero dejarte solo, si aún queda algún resquicio de esperanza, ahí estaré yo para luchar por conseguirlo.


Una noche, despertaste y me miraste desde tu cama. Te cogí la mano que ya casi no podías mover, y me dijiste:


- Te quiero, me has hecho muy feliz, pero siento haberte mentido...


-¿ Mentirme?


- Sí, nunca te dije que estaba enfermo, porque me hacías feliz, y ahora soy yo quien te está destrozando...lo siento mucho...


- Sabes que el haberme mentido ha sido lo mejor que nos ha podido suceder, no tengo que darte mi perdón porque nunca lo has buscado, te quiero.


Me miró con los ojos brillantes y de su boca asomó una pequeña sonrisa. El brillo fue menguando hasta quedar seco. Había muerto.




soñadora

Friday, March 28, 2008

Hacía mucho calor y las gotas de sudor se resbalaban por la espalda. Las camisetas se empapaban como si les hubieran echado encima un cubo de agua, solo que esta estaba caliente.

Yo iba caminando por el borde del lago, metiendo de vez en cuando mis pies en la orilla para refrescarme.

De pronto, una tenue brisa comenzó a levantarse haciendo que la falda de mi vestido ondeara y que las páginas del libro que sujetaba con la mano izquierda me acariciaran los dedos. Los mechones de pelo que la cinta que no había logrado capturar, me hacían cosquillas en la barbilla y los labios, sacándome una pequeña sonrisa.

En estas estaba cuando alguien me rozó una pierna. Alarmada me giré y miré. Se trataba de un perro, un pastor alemán muy bonito que me miraba y sonreía sacando la lengua amistosamente.
Cerré el libro, lo dejé en el suelo y acaricié la cabeza y orejas del precioso animal que me correspondía lamiéndome tiernamente el brazo.

Cuando me giré, el libro no estaba donde lo dejé. Miré a mi alrededor y vi un par de pies descalzos. Mi mirada fue subiendo lentamente, fijándome en los pantalones blancos remangados, en la camisa azul claro por fuera del pantalón y, finalmente, en el rostro de un chico más o menos de mi edad que sujetaba mi libro entre sus manos.

Me levanté lo más rápido que pude, pero me mareé. El chico, que se había dado cuenta de mi pérdida de equilibrio, me sujetó a tiempo para que no cayera. Por un momento, nos quedamos quietos sin saber bien qué hacer. El perro, que sin duda debía ser de aquel chico, nos rodeaba jadeando alegremente.

La primera en reaccionar fui yo. Me separé y le miré. Era un chico muy guapo. Alto, moreno, de ojos azules y barbita de tres días. Me sonreía con sus bien colocados dientes blancos.

Y yo le devolví la sonrisa.



Soñadora

Sunday, March 16, 2008

Surrealista

Mis ojos se cerraban lentamente. Notaba los párpados pesados, aunque luchaba por subirlos, ellos bajaban para entrelazarse las pestañas. Finalmente me rendí y los dejé caer.



Me sumí en un profundo sueño, pero era extraño.



Me sumergía en unas aguas oscuras, pero no me mojaban. Yo creí que no podría respirar, pero respiraba sin problemas. Me hundía en las profundidades por lo cual se hacía más oscuro. De pronto, noté que tocaba el fondo y todo se transformó en una celda. Los gruesos barrotes impedían mi escapada pero, cuando me di cuenta, estaba muy delgada y cabía entre ellos. Entonces me escapaba de allí y aparecía en un cuarto por la noche. Había una cama y en ella un chico de mi edad que dormía plácidamente con una tierna sonrisa. Cuando fui a acariciarle la cara, aparecí en un campo abierto en pleno día. Frente a mí se encontraba un gran árbol que tenía las hojas azules y de él brotaban flores blancas, manzanas rojas, verdes y mandarinas azules. Por el suelo se encontraban las frutas caídas. Yo las iba recogiendo para venderlas. Cuando me acerqué a una manzana roja, alguien me tocaba la mano y al dirijir mi mirada hacia su cara, aparecí en una sala que tenía una gran ajedrez del tamaño de personas.

Me paseé por entre las piezas, desesperada porque quería saber quién era el chico de la habitación y quén me había cogido la mano. Entonces, sin previo aviso, vi a un chico que se escondía entre las piezas de la torre y el caballo y me observaba. No distinguía bien su cara y decidí seguirle. Él corría por entre la piezas, pero, finalmente se paró y se giró. Mi corazón comenzó a agitarse peligrosamente en mi pecho, me iba acercando lentamente, clavando mis ojos en los suyos que eran del color del océano. Cuando ya estabamos el uno frente al otro, me fijé en su mano. Ésta me cogió la mía y comencé a subir mi mirada hacia su cara. Cuando ya iba a averiguar definitivamente quién era.....



Mis ojos se abrieron. Mi cuerpo estaba mojado, pero no por sudor, sino por agua de mar. Estaba sentada, pero no en mi cama, sino en la habitación del sueño. Apoyado en el marco de la puerta, había una silueta masculina. Me miraba o eso sentía entonces, se acercó lentamente a mí y se sentó en la cama frente a mí. La oscuridad lo invadía todo, pero yo veía por la luz de la luna, sus grandes ojos azul marino. Nos miramos intensamente durante un rato y después nos besamos.







soñadora

Friday, March 14, 2008

Deseo y realidad

Pensaba, pensaré, pienso.

Daba vueltas por la calle pensando, pero.....¿qué pensaba?

Sin saber muy bien por qué, mis pies me llevaron hasta un espejo. Miré y me asusté. En lugar de mi imagen, se encontraba la respuesta a mi pregunta pensada. Un chico joven sustituía mi reflejo y me miraba con la misma cara de sorprensa con la que le miraba yo. No podía ser un espejo, lo palpé para asegurarme de no estar frente al chico, pero al acercr mi mano...¡Plas! el espejo se transformó en el chico que, esta vez, me sonreía:

-Gracias por aceptarme. - me dijo el chico muy contento.

-¿ Perdón? ¿aceptarte?- le pregunté yo hecha un lío.

En ese momento el chico, que era alto, moreno, de ojos azules y bastante atractivo en general, se me acercó peligrosamente con la intención de besarme...¡Zas! la palma de mi mano se marcó en su mejilla. Su sorpresa fue mayor que cuando me vio desde el espejo.

- ¿Por qué me has pegado?- me preguntó con los ojos húmedos.

-¡Ibas a besarme!- dije indignada.

- ¡Pues claro! porque tu me has aceptado...-dijo él acariciándose el carrillo.

-¡Pero qué estás diciendo!- dije confundida.

- Verás, estabas pensando que cuando aparecería tu hombre soñado, tu media naranja, tu hombre perfecto, ideal...y tus pies te llevaron al espejo de las respuestas, y ahí estaba yo. Al tocarme me has aceptado.

Me quedé de piedra, mi sueño estaba frente a mí y...¿era real?
Como si me hubiera leído el pensamiento, el chico se acercó de nuevo y, está vez sin una mano de por medio, me besó.
De mi interior salió un sentimiento nunca alcanzado, creí que era algo imposible pero ahí estaba.
Cuando terminó de besarme, me miró y me dijo al oído: "encuentrame y seremos felices" y con una sonrisa se desvaneció.

Tras ese día, le busqué y le busqué, pero sin éxito. Una noche, mientras paseaba al lado del río, me resbalé y caí en él. Las aguas me arrastraban y yo gritaba, pero mis fuerzas ya flojeaban y me hundí. Cuando ya perdía toda esperanza, alguien me agarró de la cintura y me llevó hacia la orilla. Había tragado agua y me había desmayado, pero noté que alguien me hacía el boca boca. De mi interior salió esa sensación, ese sentimiento de aquel día...entonces me desperté y abrí los ojos. Ahí estaba mi hombre soñado, que cuando me vio despertar, me sonrió.

Desde entonces somos felices.



soñadora

Thursday, March 13, 2008

El bosque

Se sentía extraña. Estaba dando un paseo de aquellos en los cuales tanto pensaba como soñaba. el caso es que, cuando salió de su ensoñación, se había alejado demasiado de la mansión que se veía empequeñecida en la colina y se encontraba en los lindes de un frondoso bosque que alejaba la antigua y elegante casa del pueblo, que estaba a muchas millas de ahí lo que hacía que el antiguo edificio estuviera solitario en la cima de de aquella elevación de terreno.

Aunque de pequeña había oído muchas historias misteriosas y oscuras, aquellos árboles la tentaban demasiado, se sentía aventurera y quería resolver los misterios que rodeaban de toda la vida aquel lugar.

Sin pensarselo dos veces, se adentró en la espesura. Cuanto más se adentraba, más oscuro se volvía todo. Ella, que había estado leyendo mientras paseaba, estrechaba el libro entre sus brazos, apretujándolo cada vez más contra su pecho por el miedo que se estaba adentrando en ella.

Tanto terror sentía, que se paró y trató de volver, pero no sabía por donde....no...¡o no! ¡se había perdido!

Intentó buscar un senda, pero solo veía plantas y plantas que lo único que lograban era desorientarla cada vez más. Tan aterrada se sentía, que cayó de rodillas y rompió a llorar.

De pronto, de entre la espesura brilló una luz. La chica en un principio pensó que no era real, pero cuando se limpió la lágrimas no vio sólo una luz sino un unicornio. El magnífico caballo que iluminaba el camino con su cuerno, se acercó lentamente a la chica y, cuando ya estaba lo suficientemente cerca, se agachó para que la damita montara en él. Ella le entendió en seguida y se subió a los lomos del blanco animal.

El unicornio iluminaba todos los lugares oscuros mostrando todo tipo de criaturas, desde duentes hasta hadas, que se apartaban asustados por la potente luz que despedía el cuerno del unicornio.

Cuando ya se veía a pocos metros la luz del día entre los árboles, el unicornio paró y se agachó para que la chica pudiera desmontar. Cuando la niña bajó del lomo, acarició al noble animal con cariño y este lloró. Al caer las lágrimas sobre la niña, ella no entendió.

Al pasar los años, cuando ella tenía 100 años y se mantenía joven, entendió el don que el unicornio le había proporcionado, la inmortalidad y su eterna amistad, ya que el unicornio era un caballero inmortal que de ella se había enamorado y ella le correspondió eternamente.



soñadora