Almas gemelas 1

¿Qué hice mal? hay algo que no encaja...

Esas eran las palabras que brotaban en mi cabeza mientras volvía por el camino del bosque hacia mi casa. No podía entender exactamente lo que había ocurrido hacía días en casa de mi amigo Jim.

Como hace 17 años, desde que le conozco, he podido presumir de una larga y gran amistad con Jim.Le conocí nada más comprar la casa en la que vivo.

Fue por accidente o por el destino, pero le conocí.Parece que fuera ayer cuando, intentado colocar mi trípode para hacer una foto del hermoso paisaje que me rodeaba, casi me atropella con su bicicleta y, al intentar esquivarme, cayó cuán largo era, en el hueco del árbol más próximo hacia mi derecha.Nos reímos mucho de esa historia.Siempre que conocíamos a alguien, y nos preguntaba por qué razón teníamos esa relación, contábamos esta historia.

Hemos compartido muchas cosas juntos, muchos atardeceres tumbados en la hierba oliendo las flores de su jardín, tomando té o café en mi casa y saboreando mis bizcochos recién sacados del horno, haciéndole fotos mientras intenta bañar a su escurridizo perro Flunch...en fin, muchas cosas.

Sin embargo, hace unos días le noté extraño, fue brusco conmigo.Me gritó y destrozo unas cuantas fotos que acababa de revelar para él.Sin embargo, aunque su voz y su rostro marcaban la fuerza y la tension de su enfado, sus ojos me miraban brillantes, en contra de todo lo que estaba sucediendo...

Me asusté, como es natural, pensé que mis fotos no habían sido un buen regalo.No me acerqué a su casa en unos días.Pero, al margen de lo que cabía esperar, empecé a notar cosas raras.Siempre al salir de mi casa, encontraba regalos.Un día unas flores, al día siguiente una cesta con tomates, al siguiente un libro y,por fin, una carta que decía lo siguiente:

" Necesito verte, hablar contigo.¿Podrías venir mañana a mi casa? JIM"

Al día siguiente fui.Atravesé el bonito camino del bosque que comunica mi casa con la suya y me dirigí a su puerta.

Llamé.En un principio pensé que no estaba pero, cuando ya estaba decidida a irme, se abrió la puerta y se asomó la cara cansada, sin afeitar y triste de Jim.Me indicó que entrase.Yo entré y me acerqué a la silla más cercana del saloncito de la chimenea. Jim se acercó a la chimenea y se giró a mirarme, luego, mirandome directamente a los ojos dijo:

-Mariam, siento haber estado tan extraño. He sido un egoista, me comporté fatal el otro día...pero yo.....yo.....quiero que sepas que.........no!!! no puedo decirlo!!!

-¿Qué te ocurre?¿Después de 17 años de amistad, ahora no quieres seguir siendo mi amigo?¿ qué he hecho?

-No has hecho nada, en realidad yo..........te quiero.

Tras esas palabras, se produjo el silencio. El silencio más tenso que nunca había habido entre nosotros.No sé qué me indujo a ello, pero me levanté mirando al suelo y, sin mirar atrás, me fui de esa sala, de esa casa...